Por todos es conocido los beneficios de educar a los más pequeños
sobre el cuidado y el respeto por la naturaleza. Los niños suelen disfrutar de
las actividades al aire libre y
lo pasan en grande ayudando a los mayores a cuidar pequeños huertos, en los que
pueden tener algunas plantas adjudicadas a ellos para así implicarlos de
un modo directo.
Los niños han de aprender a amar y respetar la Naturaleza no sólo
como parte de una educación integral que fomente la empatía y el
valor del entorno, sino también como futuros ciudadanos
responsables que hagan posible un mañana mejor. Para lograrlo,
además de predicar con el ejemplo, profesores y padres pueden organizar o
sugerirles actividades ecológicas que les ayuden a aprender los principios
ecológicos jugando.
En
un principio, el simple contacto con la Naturaleza es un modo fácil para que los niños se
familiaricen con el entorno, para despertar en ellos un espontáneo instinto de
protección o, como mínimo un respeto y
el gusto por los ecosistemas.
No es necesario que los más pequeños practiquen
activismo de ningún tipo. Bastará con fomentar su curiosidad por todo lo que les rodea, siempre con
la debida prudencia, lógicamente. Además de ir de picnic,
podemos hacer rutas a pie, en bici, en tren o, por qué no, en barco.
Mientras
observan insectos, plantas, pájaros y
otros animales debemos inculcarles el respeto hacia ellos y conseguir que vivan experiencias
positivas que les
resulten atractivas.
Jugar con la tierra, revolcarse en el suelo y hacer castillos con sus
propias manos o
ayudándose con los típicos cubos, palas y rastrillos les entretendrá durante
horas, y los preparará para luego ayudarnos en un pequeño huerto orgánico o a
cultivar sus propias plantas en macetas.
Huertos
orgánicos
Ya
sea plantando un árbol, plantones en un huerto, unas pocas semillas en una
maceta o un simple hueso de melocotón, pongamos por caso, ser testigos del milagro
de la vida será
una gran enseñanza, al tiempo que les beneficiará sentirse responsables de ese ser vivo que
necesita de sus cuidados.
Es
importante, igualmente, que conozcan la importancia de que el abono y los
pesticidas sean ecológicos y los motivos por los que ello es así, tanto en lo
que respecta a la salud de
las personas que luego se comen esos tomates o lechugas hasta por el mismo respeto
del entorno.
Reciclar y jugar
El reciclaje
creativo es otra
de las actividades ecológicas que los niños agradecen, les divierten y
conciencian sobre la importancia de no despilfarrar los recursos. Una opción es
dejar que dejen volar su imaginación transformando una simple caja
de cartón, una botella de plástico y demás materiales de
desecho o inservibles en juguetes.
Los periódicos y revistas también son ideales para hacer
manualidades como collages, decoración navideña o para cualquier otra fiesta
especial o, por qué no, pueden transformar sus juguetes
viejos y renovarlos, bien combinando piezas o
reutilizándolos como complemento de sus nuevas creaciones con materiales
reciclados.
Gymkanas
ecológica
Si buscamos
actividades en grupo, la gymkacana ecológica puede ser una opción perfecta. Las
posibilidades son infinitas a la hora de preparar las pruebas.
Algunos ejemplos pueden ser separar correctamente desperdicios (papel, pieles
de naranja, latas, plásticos, vidrio y papel, entre otros) y acertar a la hora
de depositarlos en los contenedores correspondientes.
No
pueden faltar las adivinanzas,
acertijos sobre temas ecológicos o simplemente sobre animales y plantas, con el
fin de acercarles al mundo natural. También sería interesante crear alguna
prueba sobre los ecosistemas y también acerca de los gestos
eco-amigables (ahorro
de luz, agua, etc.) que se realizan en un entorno cotidiano, como es el
doméstico o el escolar. La diversión está asegurada.